14 julio 2006

Hola!!

Hace frio en la calle, y está empezando a caer un calabobos. Enciendo otro cigarrillo y me tumbo en la cama. Por mi cabeza pasan mil cosas dando vueltas como una peonza. Un mal día lo tiene cualquiera. Pero, ¿por qué tenía que ser yo? ¿Por qué yo no tengo ningún buen día?
Mi último "buen día" fue aquel lluvioso sábado de marzo, cuando, por casualidad, por azar, o Dios sabe por qué, coincidimos en aquel viejo autobús. Dos horas de viaje dan para mucho. ¿Quién dijo que no se puede conocer a una persona en poco tiempo?
Poco antes de llegar a tu destino, tomaste el primer papel, que tenías a mano, un periódico del día anterior, y en un borde, escribiste unas palabras, y un número de teléfono. Sonriendo, me dijiste "Busca lo que te haga feliz en cada momento". Te levantaste del asiento, y te fuiste. Habíamos llegado a tu parada. Doblé el trocito de periódico y lo guardé en mi bolsillo, sin ni siquiera mirar lo que decia.

Revuelco todos los cajones de mi escritorio, busco en las carpetas comprimidas de mi ordenador, pero no hay forma de encontrarlo. Hasta que caigo en la cuenta de que sigue en aquellos pantalones, aquellos que no volví a ponerme desde aquel día.
Los busco, y los encuentro en el fondo del armario, aparcados allí, pero intactos e impecables... igual que los buenos recuerdos permanecen en el fondo de cada persona.
Está amarillento. Lo desdoblo, y descubro lo que me escribiste: "Has tardado, pero sabía que algún día leerías esto. ¿Quién dijo que no se puede conocer a una persona en dos horas de viaje? Llámame, te estoy esperando".

Entre indeciso y sorprendido, marco en mi teléfono ese número. Un tono.... Dos tonos.... Tres tonos...

- Hola!!

Tu melodiosa voz suena al otro lado del auricular. No he dicho nada, pero sabías que era yo. En ese preciso instante, vuelvo a tener un "buen día", como el que no tenía desde aquel lluvioso sábado de marzo. Una sonrisa se dibuja en mi cara... y nuestra conversación se alarga... y se alarga... y se alarga...

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Las casualidades no existen, y como bien decía el genial Albert Einstein,
"Dios no juega a los dados con el universo"

Salamanca, 14 de Julio de 2006

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Rubén