06 enero 2012

Yo y las albóndigas

Llega un momento en la vida de todo hombre en que dice un frase crucial en su existencia:
-Pues hoy me apetecen albóndigas

Pesadamente levantas tu culo del sofá (que por cierto, está hundido y con la forma del culo marcada de la cantidad de horas que te soporta), avanzas hasta la cocina, abres el congelador y dices:
- A ver si tengo carne picada

No, no la tienes. Mal empezamos. Rebuscas un poco, y ¡ostia! ¡Albóndigas congeladas! ¡Con su forma redondita, aderezadas y todo!.
- Vamos pa'llá

Gran duda. ¿Cómo se hace ésto? Recurres a la página de la que sacaste recetas en tus años mozos universitarios: www.cocinaparahombres.com.
- Albóndigas con tomate: "Dificultad: Fácil. Nivel de suciedad: cuatro cacharros". ¿Solo con tomate? ¡Vamos no me jodas! ¿Dónde está el teléfono?


- ¡Hola mamá! Si, mira, es que este hijo tuyo ha decidido levantarse del sofá, y...
- ¡Ya era hora!
- Si, vale, esto... que voy a hacer albóndigas....
- ¡Cuidado con la cocina, no la quemes!
- Que sí... que he encontrado una receta en Internet...
- ¡Tú y el Internet!
- ... y que pone que solo con tomate. Y no quiero solo con tomate, Que...
- Pues mira, te coges una patata, la cortas en dados pequeñitos, una cebolla picadita, unos guisantes y zanahoria, lo rehogas todo un poquito...
- Espera, espera... ¿qué es eso de "rehogar"?
- ¡Ay si no fuera por mi! Lo pones todo en una sartén con un poco de aceite y..
- Vale, vale ya lo pillo, luego te cuento.



Vuelves tan feliz a la cocina. Sacas una patata y la cebolla, y haces lo que tu sabia madre te ha indicado
- Joder, pues no es tan complicao. Vamos a por la zanahoria y los guisantes.

Es abrir la puerta del congelador y venirse el mundo encima, todo uno
- ¡Ostia tú! ¿Tengo de eso?

Rebuscas en todo el congelador, con la vana esperanza que entre el carro de comida para una legión que te mandó tu madre, haya una bolsa con guisantes y zanahora congelados. Nada
- Y ahora, ¿qué hago yo?

Pero eres un chico de recursos. Por el rabillo del ojo ves al fondo del congelador ese arroz tres delicias del Mercadona que compraste hace un mes, y que por pura vagancia de no cocinar no te lo has comido.
- ¡Eyy! ¡Esto lleva guisantes y zanahoria! ¡Si los escojo, ya tengo para las albóndigas!

Y cual cirujano operando a corazón abierto, le pegas dos golpes contra el suelo a la bolsa para que se despeguen sus ingredientes, y con suma precisión de tus pinzas americanas escoges los guisantes por un lado, la zanahoria por otro para que no se vaya todo a la mierda y se ponga la cocina perdida de arroz plastificado y algo parecido a la tortilla.

(Ya veremos qué tal quedan, estoy en ello)